Hacia una mejor integración de los programas de desarrollo en las ayudas en emergencias

14/07/2017

Personas mayores refugiadasBen Small/HelpAge International

En los últimos años, han tenido lugar varios conflictos alrededor del mundo que han dejado a muchas personas sin hogar, en búsqueda de seguridad y protección en sus países. Muchos de ellos se encuentran en un campo de refugiados donde las autoridades y las agencias humanitarias les proporcionan apoyo vital.

En la mayoría de los casos se trata de ayudas en forma de comida, bienes, atención médica y protección –respondiendo a las necesidades inmediatas y urgentes de las personas. No obstante, a medida que las crisis humanitarias llegan a ser más largas, arrastrándose año tras año, necesitamos ver respuestas que impliquen un mayor enfoque de desarrollo para impulsar la autonomía y la independencia de los refugiados a largo plazo.

Ayudando que los refugiados burundeses sean autónomos

Aquí en Tanzania, más de 270.000 refugiados burundeses viven en tres campos del oeste del país, cerca de la frontera con Burundi.

Desde HelpAge, nosotros apoyamos a las personas con necesidades específicas en dos campos –Mtendeli y Nduta. Esto incluye a las personas mayores, personas con discapacidad, madres solteras y personas que sufren de enfermedades crónicas. Nosotros les ofrecemos una variedad de servicios para fomentar su protección, impulsar su salud física y mental y mejorar el acceso a servicios humanitarios básicos.

Esta parte de nuestro apoyo a los refugiados puede parecer bastante similar al resto, pero un aspecto de nuestro programa tiene un enfoque diferente. Ayudamos a los refugiados que empleen sus habilidades y adquieran nuevas habilidades que les puedan permitir ganar ingresos dentro del campo, integrarse mejor en la comunidad y reducir su dependencia en la ayuda de emergencia.

En una visita reciente a los dos campos, he sido testigo de ver lo ocupados que estaban los refugiados en su nuevo oficio. Los hombres construían muebles, tales como sillas, mesas, estanterías, mientras que las mujeres mayores tejían cestas.

He visto a madres solteras que han recibido formación de sastrería, ocupadas en su trabajo con las máquinas de coser que les hemos proporcionado, confeccionando ropa que pueden vender en el mercado tanto a visitantes como a refugiados. Estas mujeres son apoyadas por otros refugiados en su comunidad que facilitan servicios de guardería para que sus hijos sean cuidados mientras ellas trabajan como costureras.

“Estamos implicadas activamente en las actividades de la comunidad y nos pasamos el día de forma productiva, volviendo a nuestros hogares satisfechas; esto nos ayuda a olvidar las dificultades que hemos vivido en los últimos años”, explica un refugiado al que ayudamos para que empiece su oficio como carpintero.

“Con el dinero que ganamos de la venta de diferentes productos, podemos comprar otros productos que necesitamos y que no nos son proporcionados en el campo, tales como arroz, verduras y medicamentos”.

Lo más importante de este trabajo es que continúa tener un impacto a largo plazo después de que los refugiados han abandonado los campos o, por si alguna razón, nuestro programa deja de existir. Estas habilidades no desaparecen –ellas pueden continuar a ser el medio de vida de una persona en el futuro por mucho tiempo.

Este enfoque es una oportunidad para demostrar cómo los refugiados –al recibir los instrumentos adecuados y apoyo– pueden encargarse de sus necesidades. Cuando los refugiados reciben una educación o se les permite trabajar para que pueden sustentar a sus familias, ellos se convierten en contribuyentes para la comunidad que les recibe. Y para esto se necesita un enfoque diferente por parte del país que les recibe; por tanto, es muy importante que exista un apoyo para que los niños reciban una educación, que las familias refugiadas tengan un sitio seguro donde vivir y que cada refugiado aprenda nuevas habilidades para poder apoyar a su familia.

Los refugiados son gente común y corriente. Son madres, padres, abuelos, hermanos y niños. Ellos tienes las mismas esperanzas y aspiraciones que todos nosotros. Los refugiados pueden ser muy hábiles e ingeniosos. Ellos tienen muchas habilidades, talentos y fortalezas profesionales con los cuales pueden contribuir de forma muy positiva al país que les recibe si se les ofrece la oportunidad. Integrando los programas y las estrategias locales de desarrollo a las respuestas que reciben las crisis humanitarias de refugiados es una forma segura de demonstrar actos de solidaridad tanto a los refugiados como a las comunidades de acogida.

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