Olvidados e incomprendidos en un conflicto que no acaba

13/03/2017

Un año más se suma al aniversario del conflicto sirio; ya son seis años desde que el pueblo sirio sigue sufriendo las consecuencias de una guerra civil que ha provocado una de las peores crisis humanitarias. Las Naciones Unidas informan que en Siria hay 13,5 millones de personas que necesitan ayuda humanitaria y 6,3 millones están desplazados dentro del propio país. El colectivo de personas mayores se encuentra, junto a los niños, entre las personas más vulnerables y necesitadas a la hora de huir de este conflicto y salvar sus vidas; pero son los mayores que muchas veces quedan el en olvido.

Líbano es uno de los pocos países donde los sirios mayores han conseguido encontrar refugio gracias a su proximidad con Siria. No obstante, Líbano vive una de las más grandes crisis desde la Segunda Guerra Mundial. Líbano ha recibido más de un millón de refugiados sirios registrados con ACNUR, lo que significa aproximadamente el 17% de la población total del país. Estadísticas recientes de ACNUR revelan que 2,7% de la población siria refugiada en Líbano tiene 60 años o más. Los datos recopilados tras las investigaciones hechas por HelpAge en Jordania y Líbano muestran que las personas mayores están infrarrepresentadas entre los refugiados registrados.

No existen campos oficiales de refugiados en Líbano. Esto significa que los refugiados que tienen los recursos económicos necesarios, viven en un hogar alquilado, mientras que otros viven en tiendas de campaña y albergues temporales, muy a menudo, sin acceso a servicios básicos. La dispersión de los refugiados hace aún más difícil la entrega de ayuda humanitaria en el contexto en el cual el porcentaje de hogares de refugiados por debajo del umbral de pobreza ha aumentado del 50% al 70% de 2014 a 2015. 

La realidad de los refugiados sirios mayores

Warda es una refugiada siria que tiene 85 años y que vive ahora en Líbano“Sé que la ayuda humanitaria nos puede favorecer, pero únicamente a aquellos en condiciones de ir y recogerla. ¿Cómo se supone que podré ir yo a recoger esta ayuda si ni siquiera puedo salir de mi habitación? Necesitas un coche y a alguien que te ayude. Cuando me registraron, me dijeron que iba a recibir ayuda, pero nunca la recibí. Muchas familias pueden ir a recoger la ayuda, pero no es mi caso”, afirma. 

Warda, 85 años, LíbanoSandra Kastoun/HelpAge International

Tengo miedo todo el tiempo. No puedo descansar bien. Tengo dolores de cabeza y temblores. Antes podía hacer todo por mí misma; podía limpiar la casa, tirar la basura, hacer arreglos, pero ahora ya no lo puedo hacer. Ahora que soy mayor, siento que me he convertido en una carga y no soy de ningún interés para la gente”, añade Warda.

“Mi marido falleció hace treinta años y he criado sola a mis hijos. Todos me abandonaron, menos uno de ellos. Tengo la densidad ósea muy baja; me han dicho que para poder caminar de nuevo, necesitaré un reemplazo de rodillas de metal. Aún si tendría el dinero para hacer la operación, no sobreviviría. Echo de menos mi autonomía y mi salud. No puedo salir sola de casa; tengo que pedir a mi hija que me traiga agua. Cuando una persona pierde su salud y la movilidad, lo pierde todo. He vivido muchas guerras, pero esta es la peor. Lo que está pasando ahora en Siria es increíble. Antes las cosas eran diferentes. Había comida y teníamos un techo donde vivir. La gente era pobre, pero feliz porque había paz. Teníamos acceso a servicios básicos, incluyendo la atención médica”, explica Warda.

Salwa es otro ejemplo de las consecuencias de esta guerra devastadora. Tiene 60 años y es una refugiada siria que vive en Líbano“Hace un año y medio, ya no podía ver con un ojo, y la ceguera empeoró hasta que ya no podía ver. Soy completamente ciega. No quiero comida; a veces, tengo que dormir en las calles. Lo único que deseo es poder ver de nuevo. No soy capaz ni siquiera de sujetar un vaso de agua. Mis rodillas y mis tobillos se han debilitado mucho. Es una lucha para mí ir al baño y siempre le tengo que pedir a mi hija que me ayude”, nos cuenta Salwa.

Salwa, 60 años, LíbanoSandra Kastoun/HelpAge International

“Aquí todas las personas que hemos encontrado nos tratan con respeto pero a la hora de darnos un trabajo, no nos quieren. Mi marido consigue traer a la casa 4-5$ al día al vender las latas que recoge y mi hija mayor limpia las escaleras de los edificios del barrio para conseguir algo de dinero. Sólo podemos sobrevivir gracias a la tarjeta que ACNUR nos da. Antes recibíamos 120$ al mes, pero ahora nos dan solamente 40$; no nos alcanza y conseguir ayuda médica es imposible”, añade Salwa.

Esta es la realidad de los refugiados mayores sirios; ellos necesitan tu ayuda para poder seguir adelante y si no pueden regresar a sus tierras, al menos poder continuar sus vidas en otro país, como es Líbano.


United Nations High Commissioner for Refugees, Syria Regional Refugee Response Interagency Information Sharing Portal, http://data.unhcr.org/syrianrefugees/country.php?id=122 (25 April 2016).

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