Hadija Ndizi, de Tanzania, acusada de brujería

«He sido curandera tradicional durante los últimos 15 años, pero eso no me protege de ser acusada de brujería ya que no puedo controlar lo que las personas piensen de mí.
La denuncia comenzó en 2005 cuando volví a casa y encontré cartas en las que se me tachaba de ser una bruja. Los Sungu- Sungu* estaban esperándome fuera de mi casa y querían oir mi historia. Me preguntaron si había tenido problemas con alguien. Les respondí que no. Fui a la policía y me hicieron una serie de preguntas y me dijeron que iban a investigarlo. Hasta ahora no ha pasado nada. Los Sungu.-Sungu pasan de vez en cuando por casa para vigilarme y protegerme.

Hadija Ndizi, Tanzania

Pero cuando el programa de HelpAge comenzó en 2008 me desahogué y comencé a hablar sobre las acusaciones con la comunidad. He sido la única acusada en mi aldea y como consecuencia he sido aislada, ya que se hizo púbico que había sido denunciada y amenazada. Algunos no me creyeron, otros sí. Pero después de que el programa comenzara las personas comenzaron a visitarme de nuevo.
Muchas mujeres tienen los ojos rojos; yo misma también tenía los ojos muy rojos. La gente creía que eso era un signo de brujería.
Aquí las mujeres no vamos a la escuela, si no que desde que somos pequeñas trabajamos en cocinas llenas de humo, cocinando desde la mañana hasta la noche. Ahora nuestros ojos están claros y mejor, pero el humo de las cocinas ha llegado a cegar a algunas mujeres.
A través del programa de HelpAge, se han construido 120 cocinas mejoradas en el pueblo. Las cosas han mejorado para nosotras, las mujeres mayores, ahora nos sentimos seguras. No tenemos mucho pero estamos felices con lo que tenemos.
Contamos con mejores cocinas, mejores casas. Nos sentimos seguras.
Pero aún necesitamos mejores servicios sanitarios y algunas personas mayores tienen que caminar largas distancias para conseguir agua. No tenemos mucho pero os agradecemos lo que sí tenemos.»

* Los Sungu-Sungu son un grupo de hombres a los que se les ha asignado el papel de guardianes de la comunidad, sus personas y propiedades.
Es la comunidad la que les da esta responsabilidad y se les describe como la «milicia local». En el pasado eran los instigadores de los ataques si una mujer mayor era acusada de brujería.
Pero gracias a la presión del Gobierno, los Sungu-Sungu han pasado a ser sobre todo un grupo de «supervisión de la comunidad» y en las zonas en las que HelpAge está trabajando son claves para la protección de mujeres mayores vulnerables. Muchos han cambiado su nombre a Wasalama o «pacificadores».

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