Justin Derbyshire habla del trabajo de HelpAge en Ucrania

© Alberto Lores / EU ECHO / People in Need. Foto realizada en diciembre 2021.

El director ejecutivo de HelpAge International, Justin Derbyshire, desempeñó un papel clave en el establecimiento de la respuesta humanitaria de la organización en el este de Ucrania en 2014 como director de programas. HelpAge International es una de las pocas ONG que ha operado en el país desde entonces, trabajando con una red de voluntariado y socios para apoyar a casi 5.000 personas mayores que viven cerca de la línea de contacto entre las zonas controladas por el gobierno y las no controladas.

Casi un tercio de las personas afectadas desde 2014 son mayores de 60 años, lo que la convierte en la crisis humanitaria que afecta a más personas mayores del mundo. En este texto, Justin Derbyshire habla del trabajo de la organización en Ucrania, de los recuerdos de sus visitas a este país y de las necesidades actuales.

¿Qué cosas le llamaron la atención cuando visitó Ucrania?

La última vez que visité Ucrania fue en 2016 y lo que quedó muy claro, sobre todo en las zonas rurales, es que la mayoría de las personas que me rodeaban en los pueblos eran mayores.

El aislamiento era un gran problema. La migración por motivos de trabajo a ciudades más grandes como Kiev o a países como Francia, Alemania o Polonia significaba que las personas mayores se quedaban solas.

¿Cómo era la vida de las personas mayores en Ucrania?

Trabajamos cerca de la línea de contacto, donde la vida era dura. Las personas que vivían al otro lado de la línea, en zonas no controladas por los rebeldes, estaban aisladas y no podían acceder a los servicios de los que dependían, como la asistencia sanitaria y las pensiones.

Esto significaba que la gente cruzaba regularmente la línea para conseguir lo que necesitaba. Esto no era fácil, con bombardeos en ambas zonas. Cada trayecto podía durar hasta ocho horas debido a los trámites que había que realizar.

Montamos un comedor para acoger a la gente a su llegada. No se nos permitía contar el número de personas, así que repartimos tazas de diferentes colores, según fueran hombres mayores, mujeres mayores o personas más jóvenes. Luego contábamos las tazas que quedaban al final del día. Así sabíamos que alimentábamos a entre 500 y 1.000 personas cada día.


¿Qué hizo HelpAge International para apoyar a las personas mayores allí?

Presionamos para ayudarles con el acceso a los ingresos y la asistencia sanitaria, y para proporcionarles apoyo para su salud física y mental.

El acceso a sus pensiones les proporcionó un ingreso básico para que pudieran pagar la comida y la calefacción.

En cuanto a la atención sanitaria, les ayudamos con dispositivos de asistencia, como bastones y gafas, y a conseguir medicamentos y otras necesidades básicas para que pudieran contar con mejor salud y movilidad posible.

También creamos una red en la que se contactaba regularmente con las personas mayores por teléfono y se creaban grupos de personas mayores. Las personas que tenían que trasladarse, estaban confinadas en casa o tenían poco contacto con la familia podían reunirse tres veces por semana para charlar, cantar, hacer cosas… lo que fuera que les resultara útil.

¿Cuál es su recuerdo más positivo?

Cuando visitaba las reuniones de grupos de personas mayores, me sentaba en un rincón y me limitaba a observar y escuchar. Siempre se reunían junto a un piano y cantaban canciones tradicionales. Escuchar la pasión en sus voces y verlos reunirse de una manera tan hermosa, a pesar de todo, era muy especial.

¿Cómo se siente con lo que está sucediendo ahora?

Me da rabia que el mundo no haya reaccionado antes a lo que está ocurriendo en Ucrania. Es como si la gente lo viera casi como un daño colateral de la geopolítica. En 2014, Rusia ocupó y controló parte de Ucrania matando a mil personas; en 2015 soldados rusos derribaron un avión de pasajeros. Pero no pasó nada.

Una población fue invadida. Y Europa y Estados Unidos no reaccionaron en absoluto. Dio la impresión de que esto era aceptable y sin duda eso llevó al cambio que vemos ahora.

¿Cuáles son sus principales pensamientos ahora, que HelpAge está respondiendo a los nuevos retos?

Pensamos primero en las personas que hemos conocido y en su seguridad.

En nuestra planificación, la seguridad de nuestro increíble personal y voluntariado en Ucrania y la región es nuestra prioridad.

Lo que está ocurriendo demuestra por qué la paz debe ir de la mano del desarrollo. Los conflictos destruyen el progreso. Destruye los hogares, la sanidad, la educación y todo lo que se ha establecido. Y, quizás menos visible pero tan importante, es la salud física y mental de las personas la que se ve realmente perjudicada.

¿Cuál es la respuesta de emergencia de HelpAge International?

La gente de Ucrania tiene una increíble resistencia, pero el nivel de violencia que están soportando es difícil de imaginar.

Nuestras prioridades son seguir presionando para que se ponga fin al conflicto y hacer llegar lo básico a la gente. Si logramos que tengan acceso a dinero en efectivo, podrán decidir por sí mismos lo que más necesitan y ayudar a que las economías locales sigan funcionando.

Luego tenemos que apoyar la reconstrucción de este hermoso país, de las comunidades, de los hogares y de los hospitales, y reconstruir a la gente proporcionando apoyo en materia de salud mental.

¿Qué deben hacer los organismos internacionales?

La crisis ucraniana pone de manifiesto una serie de fallos y retos.

En todo el mundo, la financiación humanitaria no ha podido seguir el ritmo de las crecientes necesidades debido al número de conflictos provocados por el ser humano y las catástrofes naturales. Ucrania ha quedado relegada a un segundo plano y con una financiación totalmente insuficiente. El año pasado, Ucrania fue la segunda crisis humanitaria del mundo de la que menos se informó, según Care International.

Durante demasiado tiempo, las necesidades de las personas mayores han sido ignoradas por los organismos internacionales y los gobiernos. En Ucrania, a pesar de haber sido calificada como la crisis humanitaria con mayor proporción de personas mayores, rara vez se han señalado las necesidades específicas y, mucho menos, se han abordado.

Lo vemos una y otra vez. Incluso en el caso de la COVID-19, fue escandaloso que los dos primeros informes de la ONU sobre la pandemia no destacaran a las personas mayores como un grupo vulnerable, cuando era evidente para todos, en cualquier parte del mundo. Se trata de una discriminación sistémica por motivos de edad y un ejemplo de lo mal que responde el sistema mundial a las necesidades específicas de las personas mayores.

La falta de datos no ayuda. En algunas zonas ni siquiera se recogen datos sobre las personas mayores. En los casos en los que sí se recogen, se agrupa a todas las personas de 60 años en adelante, como si las necesidades de una persona de 60 años fueran las mismas que las de alguien de 80 años.

Es necesario abordar todo esto para que las respuestas humanitarias sean realmente inclusivas y no se pase por alto a las personas mayores.

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