“No tengo esperanza para mí, solo para mis hijos”
Mohammad vive en una sola habitación con su esposa y sus tres hijos.
No hay cocina. No hay privacidad. Y por ahora, no hay salida.
“Estoy enfermo. Tengo dolor de espalda constante y necesito inyecciones todo el tiempo, no puedo encontrar trabajo para pagarlas. No puedo darle a mi familia lo que necesita.”
— Mohammad, 56 años
Desplazado del valle de la Bekaa a Beirut por el conflicto reciente, la vida diaria de Mohammad está marcada por la escasez y la lucha.
“La guerra afecta más a los pobres y a los ancianos”, dice.
“No teníamos miedo durante la guerra, pero lo cambió todo.”
Cuando llegaron a Beirut, IDRAAC intervino.
“Nos dieron comida, mantas, incluso algo de apoyo económico. Estamos muy agradecidos.”
Pero los desafíos continúan.
“Somos cinco viviendo en una habitación. ¿Qué necesito ahora? Paz. Seguridad. Un trabajo. Eso es todo.”
La voz de Mohammad tiembla cuando habla sobre envejecer en Líbano.
“Cuando envejecemos, nos sentimos inútiles. No hay leyes para las personas mayores. No hay apoyo económico. Nadie que nos cuide. Envejecer aquí se siente como un castigo.”
Ya no habla de sueños, solo de sobrevivir.
“No quiero nada para mí. Quiero asegurar el futuro de mi esposa y mis hijos. Quiero que vivan mejor que esto.”
Cuando se le pregunta si aún tiene esperanza, hace una pausa.
“No. No para mí. Solo espero volver a casa. Solo quiero encontrar un trabajo. Eso es todo lo que pido.”