Personas refugiadas en la frontera entre Moldavia y Ucrania

Miles de personas cruzan cada día la frontera de Ucrania a Moldavia, huyendo de los peligros de la invasión rusa. HelpAge International está reforzando su presencia humanitaria en Moldavia -donde trabaja desde el año 2000- para ayudar al mayor número posible de personas que llegan. Compartimos el testimonio de Samuel Wood, director de programas humanitarios de HelpAge, tras visitar la frontera.

“Fuimos a un punto llamado Palanca que está situado en la frontera sur de Moldavia, no lejos de la gran ciudad ucraniana de Odessa. Este puesto de control fronterizo está a 2 horas y media en coche de la capital moldava, Chisinau.

A medida que nos acercábamos a la frontera, veíamos cada vez más coches en la carretera con matrícula ucraniana. La gente parecía cansada y estresada. Y cuanto más nos acercábamos a la frontera, más aumentaba el movimiento y el número de personas.

En la frontera, las personas refugiadas parecían cansadas, traumatizadas y confundidas. Se habían instalado puntos de comida caliente para acoger a los recién llegados, ya que muchos habían tenido que esperar hasta 24 horas para cruzar a Moldavia, soportando temperaturas de -2 grados, con nieve y viento frío.

Algunas personas llegaron en sus coches, pero muchas llegaron en autobús -o incluso a pie- y buscaban transporte para continuar su viaje. Algunas de las personas que viven en las afueras de Odessa se despertaron esa mañana con bombardeos y se dieron cuenta de que era hora de irse.

Se han organizado autobuses para recoger a las personas refugiadas y llevarlas a Moldavia, o más lejos, a Rumanía, Alemania e incluso Portugal. Vimos a gente con megáfonos guiándoles hacia los autobuses.

En Palanca, pudimos hablar con varias personas refugiadas. Algunas tenían una idea de adónde querían ir, pero no todas. Muchas personas buscaban desesperadamente información y orientación.

Vimos llegar a un número bastante elevado de personas mayores, así como a algunas personas con discapacidad que recibían asistencia en su viaje. Pero el número es desproporcionadamente bajo, en comparación con la población de Ucrania. Esto puede reflejar que a muchas personas mayores les ha resultado más difícil huir de sus hogares y ahora están atrapadas en la línea del conflicto.

Lo que más me impresionó fue el increíble espíritu de las personas ucranianas que conocimos, y el sentimiento de compañerismo. A pesar de todas las dificultades, las mujeres mayores con las que hablamos sonreían y bromeaban. Es increíble ver a la gente ser tan resistente y capaz de hacer bromas en una situación así.

Moldavia es el país más pobre de Europa, con una población de solo 2,5 millones de habitantes. Ya han llegado al país 250.000 personas refugiadas y su presencia se nota ya en muchos lugares. En el hotel donde me hospedo, muchas habitaciones han sido cedidas a personas refugiadas. El gobierno moldavo y su gente están prestando un apoyo increíble a quienes llegan a su país huyendo del conflicto.”

Texto original en inglés.


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