Todas somos igualmente invisibles.

28/03/2019

Bilquis Tahira y Peace Kyamureku

Resumen del artículo publicado por Verity McGivern con las aportaciones de Bilquis Tahira y Peace Kyamureku (en la foto).

Del 11 al 22 de marzo, gobiernos, agencias y organizaciones de la sociedad civil se reunieron en la 63ª Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW) para discutir el empoderamiento económico de las mujeres y la importancia de los sistemas de protección social en materia de igualdad de género.

Dos mujeres mayores, Bilquis Tahira (Directora Ejecutiva de Shirakat en Pakistán) y Peace Kyamureku (Directora Ejecutiva de Ruth Fund Uganda), se unieron a HelpAge International en Nueva York para solicitar la protección social universal y garantizar así los derechos de las mujeres mayores en todo el mundo.

Peace Kyamureku comparte con nosotros su experiencia y nos dice que la situación para las mujeres mayores es inexcusable y centrarse solo en aspectos de la vida en edades no tan maduras no abordará automáticamente los desafíos a los que se enfrentan. Es necesario vincular lo que decimos como feministas a la realidad.

Parece como si el sistema estuviera amañado contra nosotras.

Continúa diciendo que a lo largo de la vida las mujeres trabajamos, trabajamos y trabajamos. Tienes un trabajo, pero tu familia es lo primero y nunca tienes tiempo para ti. Incluso cuando hay programas que pueden beneficiar a las mujeres, a menudo no los conocen. ¿Quién tiene tiempo para ir a las reuniones donde se abordan? No las mujeres.

En nuestras sociedades patriarcales las mujeres no pueden comprar o poseer tierras y otros bienes fácilmente. No hay muchas opciones para las mujeres y se pierden a cada paso. Cuando llegamos a la vejez, las pocas protecciones que teníamos a menudo desaparecen. Nos esforzamos tratando de ganar suficiente dinero para sobrevivir mientras podamos hacerlo. Al mismo tiempo, nuestras familias recurren a nosotras para que trabajemos en el hogar. ¿Quién paga a las mujeres mayores por ese trabajo? Los roles de género en la familia continúan hasta el fin de nuestra vida.

Tenemos derecho a ser tratadas como seres humanos.

Históricamente, el movimiento de mujeres en Uganda se ha centrado en la educación para empoderar a las mujeres y hemos visto un gran progreso. Pero muéstrame qué diferencia ha marcado eso para las mujeres en la vejez. Todas somos igualmente invisibles. Los sistemas no están diseñados para evitar que caigamos en la pobreza, es una cuestión de justicia.

En las reuniones a las que asistí aquí, nadie mencionó a las mujeres mayores. Esto demuestra que hay mucho por hacer. Muchas veces, incluso nosotras, como mujeres mayores, nos olvidamos de que tenemos que hablar sobre nuestros problemas. Sentimos que somos ignoradas y no somos escuchadas.

Parte del problema es admitir ante nosotras mismas y ante los demás que estamos envejeciendo. La negación del envejecimiento afecta a cómo pedimos los cambios. Debemos ser nosotras quienes hagamos campaña por nuestros derechos. Decimos que queremos escuchar las voces de los jóvenes, escuchemos las voces de las personas mayores también. Este es un tema de derechos humanos. Tenemos derecho a ser tratadas como seres humanos.

A continuación, Bilquis Tahira comparte también su experiencia.

He tenido una muy buena vida. Estoy aquí por los sacrificios que hicieron mis padres. Sin embargo, tengo que seguir trabajando. Si me detengo mañana, caeré inmediatamente en la pobreza. No hay nada que me proteja.

Lo que me llamó la atención aquí en la CSW es la cantidad de mujeres mayores que había, una generación completa de activistas con mucha experiencia. Están involucradas en numerosos temas, pero no hablan de los derechos de las mujeres mayores. Necesitamos prestar atención a nuestros propios derechos y a nuestro propio bienestar.

Las mujeres mayores necesitan seguridad económica.

Las mujeres con las que hablé antes de venir a la CSW eran bastante claras: la mayoría de las mujeres mayores quieren trabajar en empleos remunerados. Sin embargo, no desean trabajar, quieren tener una seguridad económica y trabajan porque no tienen otra opción.

En mi cultura, las mujeres no pueden controlar sus propios bienes. Alguien lo hace por ti. No tener ingresos ni dinero propio excluye a las mujeres mayores de las decisiones de sus familias.

Mi organización hace algunas actividades de generación de ingresos con mujeres mayores. Bromeamos con ellas porque no gastarán el dinero en medicamentos, se lo darán a sus nietos y comprarán cosas para sus familias. Se ríen y están de acuerdo, pero es su dinero. Hacerlo así les ayuda a sentirse respetadas y parte de la familia.

Es hora de plantarnos.

Soy optimista. Es fácil comprender y aceptar que la forma en que las mujeres trabajan dentro y fuera del hogar a lo largo de la vida las pone en riesgo más adelante. Si bien no se ha prestado suficiente atención sobre la situación de las mujeres mayores en Nueva York, he escuchado que se mencionan sus problemas en algunas sesiones. Es un comienzo.

En Pakistán, como en muchos otros lugares, el desafío es la falta de recursos públicos. Pero sabemos que los gobiernos encuentran recursos para los temas que creen que son una prioridad. Es una cuestión de voluntad.

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